Infecciones cutáneas

La piel constituye el órgano de mayor tamaño de nuestro cuerpo y, aunque lo ayuda a protegerse de los gérmenes, es también susceptible de sufrir infecciones.
Las infecciones de la piel pueden tener diferentes orígenes:
Baterianas: impétigo, foliculitis, erisipela, celulitis…
Fúngicas: pie de atleta, tiñas, onicomicosis…
Víricas: herpes oral, herpes zóster, verrugas, molusco contagiosio, candidiasis…
También se engloban en este grupo las enfermedades de transmisión sexual que tratamos los dermatólogos: sífilis, gonorrea, herpes genital, condilomas acuminados…
Por otra parte, la piel también puede verse afectada por la acción de parásitos como los piojos o la sarna.
Las infecciones cutáneas requieren de un diagnóstico clínico adecuado, confirmado por pruebas específicas, y un tratamiento eficaz. Esto es especialmente importante en el caso de las enfermedades venereas para poder evitar así patologías secundarias y el contagio a otras personas.
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